15 sept 2007

A ellas, que sufren

ESTA TARDE ME PUSE TRISTE

Esta tarde me puse triste

y no estabas tú...

la espuma regañaba a las rocas grises

las gaviotas, impávidas

surcaban la tarde.

Vi gente correr

(hacían footing)

y no estabas tú...

Entretanto

una mujer con el labio partido

intenta tomarse la sopa

sin equivocarse

su marido, enfrente, gruñe...

Otra se esconde donde puede

huyendo de patadas turbulentas

otra se quita el maquillaje

sin mirarse en el espejo

otra se secuestra a sí misma

y se vigila permanentemente

(lo más duro es traer los niños del colegio,

él ronda la puerta, fumando)

Otras

ni comen

ni se desmaquillan

ni se secuestran

Ya van setenta y cinco este año...

Esta tarde vi llorar

lágrimas grises

y no estabas tú...

Un par de gaviotas lesbianas

surcaban la tarde
pidiendo auxilio.


3 comentarios:

  1. Intentas hablar a los que no escuchan.
    Gritar a los que están sordos.

    Mientras el dolor empuja más y más
    en el serpenteante fluir de tus venas,
    destrozando tu alma sin esperanza.
    Intentas elevar tu cabeza del suelo
    para decir ¡basta ya!
    Intentas huir cada noche
    cuando la muerte se libera del cuerpo mutilado
    (otra vez te libraste de milagro)
    pero no puedes dar un solo paso
    el miedo paraliza tus pies y la vergüenza pesa demasiado.

    Intentas soñar y recordar
    que un día fuiste un ser humano.
    Pero la humillación y el miedo
    te transforman en un animal herido
    consciente y voluntario de ir al matadero.

    Intentas llorar, para vomitar
    la rabia de tu debilidad.
    Pero tu alma está seca
    y tu odio te impide mostrar
    la fragilidad del corazón.

    Intentas ser lo que fuiste un día.
    Recordar tu nombre.
    Intentas engañarte pensando:
    que será la última vez,
    que todo cambiará algún día.
    Pero sabes la verdad.
    Y la verdad no es más llevadera.

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  2. A ti mujer.
    Que bajas la cabeza y doblegas tu pecho.
    Que caminas a hurtadillas
    entre la multitud que te ignora.
    Que te aferras al silencio
    por no ofender al verbo.
    A ti mujer.
    Que arrastras cada día el sufrimiento.
    Que lloras a oscuras sin derramar lágrimas.
    Que ocultas tu rostro
    entre telas de vergüenza.
    A ti mujer.
    Parida en la prisión de un mundo libre.
    Recuerda.
    Que de tu cuerpo surge la vida
    como milagro cada mañana.
    Y de tus pechos mana el sustento
    que alimenta y hace libres
    a aquellos que te aprisionan en la humillación.

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  3. Gracias por tus versos, tan hermosos y cargados de verdad.

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