El comienzo del invierno es el momento del año de mayor oscuridad.
Pero pronto la oscuridad dará paso a la luz, la esperanza al desaliento, la renovación a las cenizas. No importa cuál sea la tradición espiritual: es el nacimiento del Dios Sol, el Hijo de la Diosa, sean los que sean los nombres que les demos. El ciclo de la vida parece estar detenido mientras el Rey Oscuro (el viejo año) se transforma en el Niño de Luz. Esperamos que llegue la nueva aurora, cuando la Gran Madre de nuevo dará a luz al niño divino, el Sol, que traerá la esperanza y la promesa de la vida que continúa. La rueda de la vida hace su giro hacia la luz , llamamos al sol con luces y adornos brillantes de Navidad, desde el vientre oscuro de la Madre invernal.
Estamos tan acostumbrados a nuestra celebración católica, a Jesús, a Belén, al pesebre y a los regalos que traen magos de Oriente o ancianos vestidos de rojo (los que curiosamente se pasan todo el día anterior en unos grandes almacenes con cara de aburridos, con todo el trabajo que deberían estar haciendo para que a ningún niño del mundo le falten sus regalos) que pocas veces dudamos de su irrefutable verdad, ni cuestionamos las costumbres culturales que nos presionan y condicionan: comidas copiosísimas que hacen peligrar nuestra salud... demasiado alcohol, que si vino, que si cava, que si baileys, que si cubatas... juguetes de última generación carísimos para nuestros hijos que la mayoría no valorarán y arrinconarán unos días más tarde... reuniones estresantes con familiares que no siempre nos apetece ver y nos abren viejas heridas... un despilfarro abrumador de energía en las ciudades con alumbrados escandalosamente llamativos e innecesarios que no harán sino añadir más devastación a nuestro planeta...
Pero la Navidad ya se celebraba mucho antes del nacimiento de Jesucristo y su llegada como niño precario en una noche estrellada no es más que una adaptación más de los cultos ancestrales a la Diosa Madre que transformó el cristianismo para contentar al pueblo y siguiera celebrando sus ritos sin ofender al Dios patriarcal. Las referencias más antiguas que se pueden rastrear de esta festividad nos llegan de los antiguos pueblos celtas y sajones, de los druidas. Algunas de sus ideas fueron recogidas por los romanos, que prestaron un poco a los persas y así continúo. También los griegos celebraban el nacimiento de Dionisos, así como más tarde se celebraba su sacrificio (la pasión y muerte de nuestro Jesús en primavera). La Navidad no es más que otro fruto de la síntesis de elementos diversos que transcurre fluidamente en los cauces del tiempo y que llamamos “cultura”.
Prácticamente todas las civilizaciones tienen algún tipo de celebración invernal, que marca el Solsticio de invierno, los rituales de nuestros antepasados se remontan hasta al menos cuatro mil años atrás para conmemorar que el ciclo anual se completa y se vive el momento de transformación que representa Yule: los finales se convierten en inicios (la palabra proviene de un vocablo anglosajón con el significado de “rueda”). El fuego es parte importante de estas celebraciones invernales, las fogatas que los antiguos encendían para celebrar el regreso del sol se transformaron en las luces brillantes del árbol de navidad y las ventanas resplandecientes de las oscuras noches nevadas.
Para los druidas, Yule señalaba la lucha entre el Rey Roble (el rey del año creciente) y el Rey Acebo (del año menguante), mientras el acebo significaba la muerte, el roble era el renacimiento. También en Yule, las bayas blancas del muérdago (la “rama dorada”, poderosa en los temas de fertilidad) están maduras y simbolizan la semilla sagrada del dios que encarna el espíritu de la vegetación, la chispa de la vida. El acebo está brillante y vivo, prometiendo la continuidad de la vida y sus abundantes bayas rojas simbolizan la sangre de la Diosa, la fuente de la vida. Acebo (Holly en inglés) debe su nombre a la diosa subterránea Holle, también llamada Hel, cuyo reino oscuro está dentro de la Tierra e incluye las aguas subterráneas. Pero su palacio no es lugar de temor, sino de renovación y resurgimiento, lo opuesto a lo que los mitos posteriores llamarían el infierno, Hell. Es la morada de Hécate, el hogar de la sabiduría de la Anciana, allí donde Perséfone acude en busca de respuestas en las entrañas de la Tierra. Mientras está con su abuela, Démeter la busca desesperadamente y olvida proveer de fertilidad a la Tierra, que se cubre con un manto helado y se sumerge en la oscuridad.
El árbol de navidad empezó a popularizarse en la Europa del siglo XV y en las islas británicas se decoraba con imágenes de lo que se deseaba para el año siguiente, pero hay infinidad de tradiciones relacionadas con la decoración del árbol. Los árboles de hoja perenne, como el acebo, eran sagrados porque parecían no morir cada año y representaban el carácter eterno de la Diosa, la Gran Madre que pertenece constante mientras el Dios muere y renace cada año.
El 25 de diciembre era el nacimiento de Mitra, el dios del sol de persas y romanos nacido de la diosa Astarté; en el Antiguo Egipto, Horus nacía de Isis, la del tocado del disco solar y en Babilonia, Tammuz nacía de Istar; en los países nórdicos, la diosa Frigg daba luz a Balder y en Palestina María paría a Jesús.
La Navidad, en suma, es la celebración de la esperanza y de la luz, no del estrés, el despilfarro y el consumo materialista, una celebración sagrada de la integridad personal, el cuidado a una misma y a las personas amadas, y una fiesta del amor familiar entre los habitantes de la Tierra.
Si eres un poco bruja, decora tu altar con símbolos brillantes (dorados plateados), unge velas con aceites esenciales y enciéndelas para obtener prosperidad y crecimiento. Cocina un suntuoso festín con tus recetas más mágicas. Pasa por tu altar el humo de un manojo de ramas secas de salvia para mandarle tus deseos a la Diosa. Goza con los paisajes, sonidos y olores de esta época del año. Talla símbolos solares en el tronco de Yule y quémalo cantando ¡que vuelva la luz!
Todos, alrededor del árbol eterno de la vida, contemplando la titilante estrella del nacimiento renovado…
La luz surge de la oscuridad;
la visión, de la ceguera.
¡Sombras, salid volando!
En esta hora sagrada,
la palabra mágica es pronunciada
y la noche se rompe.
El año seguirá su ciclo.
y encontrado lo perdido!
En esta hora sagrada,
la palabra mágica es pronunciada
y el hielo se rompe…
Cuando las pérdidas sean fructíferas
y el dolor se vuelva alegría,
la pena no lacerará el mundo.
En esta hora sagrada,
la palabra mágica es pronunciada
y la muerte se rompe…
Las sagradas mareas proveen,
del invierno surge la primavera,
que nuestros cantos lo celebren.
En esta hora sagrada,
la palabra mágica es pronunciada
y el miedo se rompe…
Marion Zimmer
En el nombre sagrado de la luz
la Madre nos bendice a todos
5 comentarios:
Hola Angie, bienvenida. Como me gustan mucho tus escritos he estado esperándolos todos estos meses. Me alegro que hayas vuelto por navidad y que ahora vivas más tranquila.
Por si no sabes quién soy, te doy una pista: te pedí permiso para publicar citarte en un poemario.
Un beset
Hola tanto gusto volverte a leer, ya se te extrañaba, la Navidad tiene tantos significados paganos que fueron fundiendose o sincretizandoce con los cristianos, yo como mexicana lo veo y lo vivo, las posadas, el ponche, las piñatas, la flor de noche buena, aqui en México, antes de la conquista se celebraba el 25 de diceimbre la fiesta de Hucilopoztli, era una fiesta sumamente importante, se rompian piñatas, era una grandisima celebracion azteca, la flor de noche buena era su flor, las hojas rojas son su sangre derramada por su pueblo, y el centro amarillo es su corazon de oro, los indigenas lo identificaron con Jesus, y los franciscanos les permitian llevar noche buenas a las iglesias a las imagenes de cirsto crucificado, en diciembre, tiempo despues un americano en el siglo XX la populariza despues de un viaje a Mexico. Navidad, la fiesta de el paganismo, me encanta.
Mil felicidades. sea como sea es un recordatorio de la esperanza.
Gracias por la fidelidad, me ha llegado al corazón, comprobar que no caigo en el olvido aunque tarde dos meses en volver... todo un récord en la era de lo efímero...
besitos especiales a las dos por vuestra bienvenida...
Como sabéis estoy recopilando información para mi tesis sobre la Diosa. Todas aquellas celebraciones que recordéis que tengan tufillo a diosa o vayan de ella directamente me interesan mucho.
Feliz Añuuu¡¡¡¡ Yo también te echaba de menos jo....
Estoy leyendo un libro de la Zimmer Bradley, Darkover 6,es futurista y es... la leche. Habla de Amazonas libres, en un mundo casi medieval.... es muy interesante¡¡¡
Bueno pancha, que me alegro mucho de que vuelvas al mundo cibernético...
besinos¡¡¡
De la serie de Darkover que se dedica más a las amazonas están La cadena rota, la casa de Thendara y Ciudad de brujería. Otra que me gusta mucho es La torre prohibida, donde se debate el amor más allá de las orientaciones sexuales.
La serie de Darkover es fascinante, son un mogollón de novelas y todas independientes. ¿Te acuerdas de Lady Halcón? ¿a que no sabías que es una novela corta de la Marion?
Besos y feliz 2009
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