Sí, termina agosto y yo sin decir palabra de mi curso de cine. Terminó a finales de julio y primero por el trabajo de corrección, después porque estuve enferma, luego porque me dio pereza... iba posponiendo el momento de valorarlo.
Pero, como siempre, fue un curso maravilloso que supera lo estrictamente académico y se convierte en una experiencia vital enriquecedora.
Porque cuando hago mis cursos me olvido de que estoy haciendo un curso. Prefiero sentirme como una mujer compartiendo mis reflexiones, mis anhelos, mi visión del mundo. Casi todo mi alumnado son mujeres y los hombres que vienen (cada vez mayor el número) son de aquellos a los que nos les importa cultivar su feminidad, de lo contrario no se matricularían en un curso de mujeres.
Así, entre mujeres y hombres femeninos, es más fácil compartir aquello en lo que creo. Que la materia sea cine, o mitología, o literatura, es lo de menos. Lo importante es crear entre todas una atmósfera cálida y empezar a soltar lo que llevamos dentro, lo que nos preocupa como mujeres, las discriminaciones, los complejos, las alegrías, las injusticias, las risas, los miedos, las preguntas...
Siempre me sorprendo de lo mismo: ¡qué poco sabemos las mujeres de nosotras mismas. Acostumbradas a medirnos por el rasero masculino y patriarcal, no sabemos nada o muy poco sobre nuestro potencial, nuestro poder, nuestros verdaderos deseos, sobre el resto de las mujeres del mundo pasado y presente. Acostumbradas a admirar la belleza desde el punto de vista masculino, debemos aprender a mirar de otra manera para percibir otra belleza. Que quizá no se corresponda con los cánones, que tal vez haga saltar por los aires la belleza convencional, pero que, una vez entrenadas en practicar esa forma diferente de mirar, nos ofrece un tipo de satisfacción distinta porque ya no nos restringimos a admirar lo mejor, lo más importante, lo más caro, lo más moderno, sino que admiramos lo que es digno a nuestros ojos, a nuestros verdaderos ojos, de admiración sincera.
Y así, en este curso de cine, aprendimos a admirar al grupo de Mujeres Libres de la II República, a la "Mujer Nueva" de los años 30, que se esforzaba en aparentar ser moderna y si intento se quedaba corto por la presión social. A las mujeres de posguerra, amordazadas con las únicas armas de la costura y la escoba para demostrar su valía como mujeres, las de las alcobas oscuras y los dedos acusadores en la calle. A las locas chicas de la Transición, que se tiñeron el pelo y el alma de rebeldía y salieron a la calle a gritar su libertad. Aprendimos a llorar los golpes maltratadores del patriarcado, a sonreir con tonos agridulces por las vicisitudes de las mujeres de hoy, atrapadas en un sueño rosa que nunca se cumplirá mientras ejercemos de supermujeres en un mundo de hombres medianos.
Y una vez más, conocí mujeres. Mujeres estupendas, unas que terminaban la carrera, otras que combinaban el curso con su trabajo y su familia, otras que lo hacían todo a la vez: carrera, trabajo y familia.
Y una vez más, les doy las gracias por todo lo que me han enseñado, por el afecto que me han regalado y me quito el sombrero con humildad ante su coraje y su paciencia para escuchar mis peroratas.
¡Mujeres al poder!
Pero, como siempre, fue un curso maravilloso que supera lo estrictamente académico y se convierte en una experiencia vital enriquecedora.
Porque cuando hago mis cursos me olvido de que estoy haciendo un curso. Prefiero sentirme como una mujer compartiendo mis reflexiones, mis anhelos, mi visión del mundo. Casi todo mi alumnado son mujeres y los hombres que vienen (cada vez mayor el número) son de aquellos a los que nos les importa cultivar su feminidad, de lo contrario no se matricularían en un curso de mujeres.
Así, entre mujeres y hombres femeninos, es más fácil compartir aquello en lo que creo. Que la materia sea cine, o mitología, o literatura, es lo de menos. Lo importante es crear entre todas una atmósfera cálida y empezar a soltar lo que llevamos dentro, lo que nos preocupa como mujeres, las discriminaciones, los complejos, las alegrías, las injusticias, las risas, los miedos, las preguntas...
Siempre me sorprendo de lo mismo: ¡qué poco sabemos las mujeres de nosotras mismas. Acostumbradas a medirnos por el rasero masculino y patriarcal, no sabemos nada o muy poco sobre nuestro potencial, nuestro poder, nuestros verdaderos deseos, sobre el resto de las mujeres del mundo pasado y presente. Acostumbradas a admirar la belleza desde el punto de vista masculino, debemos aprender a mirar de otra manera para percibir otra belleza. Que quizá no se corresponda con los cánones, que tal vez haga saltar por los aires la belleza convencional, pero que, una vez entrenadas en practicar esa forma diferente de mirar, nos ofrece un tipo de satisfacción distinta porque ya no nos restringimos a admirar lo mejor, lo más importante, lo más caro, lo más moderno, sino que admiramos lo que es digno a nuestros ojos, a nuestros verdaderos ojos, de admiración sincera.
Y así, en este curso de cine, aprendimos a admirar al grupo de Mujeres Libres de la II República, a la "Mujer Nueva" de los años 30, que se esforzaba en aparentar ser moderna y si intento se quedaba corto por la presión social. A las mujeres de posguerra, amordazadas con las únicas armas de la costura y la escoba para demostrar su valía como mujeres, las de las alcobas oscuras y los dedos acusadores en la calle. A las locas chicas de la Transición, que se tiñeron el pelo y el alma de rebeldía y salieron a la calle a gritar su libertad. Aprendimos a llorar los golpes maltratadores del patriarcado, a sonreir con tonos agridulces por las vicisitudes de las mujeres de hoy, atrapadas en un sueño rosa que nunca se cumplirá mientras ejercemos de supermujeres en un mundo de hombres medianos.
Y una vez más, conocí mujeres. Mujeres estupendas, unas que terminaban la carrera, otras que combinaban el curso con su trabajo y su familia, otras que lo hacían todo a la vez: carrera, trabajo y familia.
Y una vez más, les doy las gracias por todo lo que me han enseñado, por el afecto que me han regalado y me quito el sombrero con humildad ante su coraje y su paciencia para escuchar mis peroratas.
¡Mujeres al poder!
2 comentarios:
Buenas...
Seguramente ya lo conocerás pero por si acaso, acabo de encontrarme con esto y he pensado en ti: Cine en violeta (http://lrmgenerandoconocimientodegenero2.blogspot.com/
Hasta pronto,
Yur
Pues no, no lo conocía, así que te lo agradezco infinito...
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