11 ene 2009

Canción de lluvia para Palestina



Palestina se muere lentamente, desangrada entre bombas, injusticia y una total desesperanza. El resto del mundo no hace nada, perdiendo el tiempo en resoluciones y acciones diplomáticas que no sirven para nada. Mientras los dirigentes políticos celebran sus banquetes en hoteles de lujo para hablar sobre la paz entre Israel y Palestina, los niños siguen siendo asesinados, las mujeres siguen enterrando a sus hijos y arañando entre los ladrillos rotos un trozo de algo que comer, los ancianos mueren sin el sosiego merecido de su vejez. Y ellos, los hombres que deberían estar velando por sus familias, tanto de un bando como de otro, continúan jugando a su guerra sangrienta, con sus morteros, sus tanques, sus estrategias militares para causar toda la destrucción posible... La única diferencia es que los israelíes disponen de más juguetes y más sofisticados y vierten su lluvia de muerte con más comodidad e impunidad que los palestinos, obligados a esconderse como ratas entre la población civil.
A veces pienso que es mejor que la comunidad internacional no haga nada, que quizá lo que quiere la historia es que Palestina sea aniquilada, borrada de la faz de Oriente Medio para dar una lección kármica al pueblo que sufrió la persecución y el genocidio más terrible de la historia del mundo moderno. Pero sólo a veces. En realidad, creo que ni unos ni otros, ni palestinos ni israelíes, ni judíos ni árabes van a aprender nunca ninguna lección. Si la sangre de sus hijos y el llanto de sus mujeres no les ha hecho aprender nada sobre el tan sencillo camino hacia la paz (seguir el quinto mandamiento católico, nada más: no matarás)... si ocho millones de judíos gaseados no sirvieron de nada... si los adolescentes que todavía no se han estremecido con el primer orgasmo vuelan por los aires tras activar una mochila cargada de explosivos no conmueven su corazón de hierro... si el negro infinito de los velos femeninos no les perturba... si las aulas bombardeadas que destruyen el futuro de un pueblo no les quita el sueño... si más muros de la vergüenza se alzan a ambos lados del camino... ¿de qué sirven las lecciones de la historia? ¿de qué sirve la solidaridad de los otros pueblos, las manifestaciones delante de las embajadas, las protestas indignadas de las buenas gentes europeas horrorizadas por la masacre que, como yo, derraman lágrimas de dolor e indignación viendo cuerpos mutilados a la hora de la comida, nada más empezar los noticieros, en las portadas de todos los diarios...? ¿de qué sirven los camiones cargados de ayuda humanitaria desgranando esperas a escasos metros de los hambrientos, los enfermos agonizando apelotonados en pasillos de hospitales sin agua y sin luz, los campos sembrados de cadáveres y minas...? ¿dónde estará la justicia universal en esta agonía sin sentido del pueblo palestino?
En 1996 estaba yo fascinada estudiando filología árabe, el pasado andalusí, la belleza de la poesía árabe clásica, el ingenio de la cuentística árabe, fomentando en mi mente el tópico de las bailarinas del harén, los genios caprichosos y las leyendas del desierto. Cuando, de golpe, como una tormenta de arena, conocí la literatura árabe contemporánea y el verdadero drama del pueblo árabe. No el de los califas o los jeques del petróleo cuyos hijos estudian en Europa y Estados Unidos, sino el del pueblo torturado por la pobreza, la guerra, el fanatismo religioso y la injusticia hacia las mujeres.
Conocí a un poeta magnífico, Badr Xákir Al-Sayyab y me conmoví hasta el infinito con su poema más famoso, "La canción de la lluvia". Hoy quiero recuperarlo como homenaje al pueblo palestino pues, aunque está dedicado a Irak, el drama que encierran sus versos es universalmente árabe.

LA CANCIÓN DE LA LLUVIA

Tus ojos son dos bosques de palmeras al rayar la mañana,
o como dos colinas de las cuales la luna se alejara.
Al sonreír tus ojos, se renuevan los pámpanos
y danzan las luciérnagas. Como las lunas que el remo
agitara en el río, suavemente, al lucir la alborada.
Con estrellas que laten en sus órbitas hondas.

Tus ojos se han bañado en una tenue neblina de tristeza,
como un mar que acaricia la tarde con sus manos.
Como un mar pequeñito, con temblores de otoño.
Con la muerte y la vida, la luz y las sombras.
Y mi espíritu todo ante ti se despierta
con el temblor del llanto
y una embriaguez salvaje abrazada a los cielos.
Como un niño embriagado que temiera a la luna.
Igual que si las nubes, empapadas,
gota a gota fundiéranse en la lluvia.
Como risas de niños entre parras
o el silencia pujante de unos pájaros,
la canción de la lluvia...
Y llueve...
Y llueve...
Y llueve...

En el bostezo abierto de la tarde,
los negros nubarrones siguen vertiendo llanto.
Todo es igual que un niño que delira en la noche
y que llama a su madre, perdida un año antes.
Al que dicen: vendrá... Ha de volver, sin duda,
aunque saben que está a la orilla del monte,
nutriéndose de la tierra y bebiendo la lluvia.
Dormida en el sepulcro.
O igual que un pescador que recogiera, tristemente las redes,
maldiciendo las redes y el destino.
Derramando sus cantos al ponerse la luna.
Y llueve...
Y llueve...
Y llueve...

¿Tú sabes la tristeza que se alza de lluvia,
y cómo la repiten las goteras?
¿Qué perdido se siente el que está solo...?
Sin fin. Como la sangre derramada.
Como el amor, el hambre, los niños o la muerte.
Sin fin. Así es la lluvia.
Tus pupilas me miran mientras llueve;
y a través de las olas, los relámpagos
van limpiando con conchas y luceros las ocstas del Iraq,
en tanto que la noche las recubre de sangre.
Yo grito: ¡Oh, Golfo Arábigo...!
¡Oh tú, dador de perlas, de conchas y arrecifes...!
Y el eco suspirante me retorna:
¡Oh, Golfo...! ¡Golfo Arábigo...!
¡Oh, tú, dador de conchas y arrecifes...!

Ya oigo a las palmeras bebiéndose la lluvia;
quejarse a las aldeas, y entre tanto, los emigrantes luchan contra el trueno,
el Golfo y las tormentas,
con velas y con remos, repitiendo:
Y llueve...
Y llueve...
Y llueve...

Desde que éramos niños,
los cielos se cubrían de nubes en invierno,
y llovía a torrentes.
Y siempre, cada año,
-a pesar de la lluvia surgida nuevamente-
nos sentíamos hambrientos.
Ni un solo año pasó sin hambre en el Iraq.
Y llueve...
Y llueve...
Y llueve...

Cada gota de lluvia
es un capullo rojo o amarillo.
Cada gota de sangre de un esclavo,
cada lágrima hambrienta que se vierte.
Como un sueño del mundo de mañana
en boca de un bebé,
de una mañana que traiga nueva vida.
Y llueve...
Y llueve...
Y llueve...

La lluvia cubrirá de hierba todo Iraq.
Yo grito: ¡Oh, Golfo Arábigo...!
¡Oh tú, dador de conchas y arrecifes...!
Y el eco, en un suspiro, me devuelve:
¡Oh, Golfo...! ¡Golfo Arábigo...!
¡Oh, tú, dador de conchas y arrecifes...!
Y el Golfo derrama sus dones en la arena:
sus amargas espumas y sus conchas;
y los huesos que quedan de un naufragio emigrante
que bebióse la muerte en el fondo del Golfo.

En Iraq, mil víboras se van bebiendo el néctar
de la flor que rocía el Éufrates.
pero escucha ya el eco
retumbar en el Golfo.
Y llueve...
Y llueve...
Y llueve...
Cada gota de lluvia
es un capullo rojo o amarillo.
Cada gota de sangre de un esclavo,
cada lágrima hambrienta que se vierte.
Como un sueño del mundo de mañana
en boca de un bebé.
De un mañana que traiga nueva vida.

Mientras llueve a torrentes.

Badr Xákir Al-Sayyab
Luz Gómez García (Coord.), Poesía árabe de hoy, Universidad de Alicante, 1996.

¿PARA CUÁNDO LA LLUVIA DE LA PAZ EN PALESTINA?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimada profesional del arte literario:
Es mi deseo invitarle a leer mi último artículo acerca de la naturaleza misma del fenómeno humano de la creación literaria. Esta entrada vino a razón de la participación radiofónica de una escritora novel; María Jesús Almendro.
Me haría ilusión que dejase constancia de su profesional opinión en mi blog.
Un saludo desde las islas canarias.

Lilith dijo...

Hola que tal, podrias pasar por mi blog, busca el post "amo tu blog" un beso con mucho cariño.

Angie Simonis dijo...

Querida Lilith ¿puedes facilitarme un correo donde escribirte? Quiero regalarte un libro que seguro te va a interesar...

Angie Simonis dijo...

Querido Arcana, mándame el link de tu artículo, por favor y prometo leerlo...